jueves, 28 de julio de 2011

El Concilio del Rey

El Concilio del Rey es el consejo donde están representados los dignatarios más importantes del Reino. Su función es asesorar al Rey cuando este necesita consejo, y tomar decisiones en aquellos asuntos en que el monarca lo solicita. Por supuesto, cada una de las figuras sentadas en él es un poder por sí mismo y, a menudo, la capacidad para tomar decisiones y que se cumplan del Concilio es muy superior a lo que debería, especialmente durante el año en que el Duque de Medinaceli estuvo actuando como valido.

Cada uno de los miembros del Concilio tiene un asiento en la Corte Real, y además está encargado en especial de un área concreta del manejo del Reino. Pese a la división oficial de sus miembros, a la hora de tomar decisiones lo hacen por medio de votaciones entre ellos, de modo que todos tienen capacidad de afectar a todas las decisiones. Esto hace que cada uno de ellos siempre tenga una horda de peticionarios, suplicantes y lameculos intentando ganarse su favor, así como de enemigos ansiando sentarse en sus tronos. Puede llevar bastante tiempo conseguir citas con cualquiera de ellos, incluso para un Embajador como yo.

Por tradición, cada uno de los cinco tronos los ocupaba un miembro de una de las Casas Ducales, pero actualmente esa tradición está cada vez más en desuso, lo cual causa fricciones.

El primer cargo es el Guardián del Reino, que es el encargado de velar porque la defensa de Hyspania siempre esté asegurada. Es el encargado de los ejércitos reales, más bien pequeños, así como de asegurarse de que las Casas Ducales acudirán con sus huestes en la defensa. Era un cargo muy importante mientras había Reconquista, pero ahora que el Reino está en paz ha caído en importancia. Oficialmente, el ocupante de este trono es el Duque Alfredo de Alarcón, y su familia siempre lo ha ocupado; sin embargo, en la práctica es el tío segundo del Rey Luis de Medinaceli el que ocupa este trono desde hace varios años, a medida que el Duque fue perdiendo peso en la Corte del Rey.

El Confesor Real es el encargado de ocupar el Trono de la Fé, y el enlace entre la Santa Madre Iglesia de Roma y el Rey. Es el trono más poderoso de todos, pues generalmente es ocupado por el Cardenal de Toledo y, por tanto, por el principal de los Cardenales, con lo cual se une el poder eclesiástico con el terrenal. Actualmente, está ocupado por el Cardenal Jordi de Cruilles, como viene ocurriendo desde el ascenso de los Medinaceli a la Corona, aunque antes eran los Jovellanos quienes ocupaban este trono.

El tercero es el Ministro de Gobierno, normalmente considerado como la mano derecha del Rey y su consejero directo. Individualmente, es el miembro del Concilio con más poder porque es el que se encarga de informar directamente al Rey de lo que decide el Concilio, así como de transmitir los designios del Rey a los demás. Actualmente, sin sorpresas, es ocupado por el Duque Jorge de Medinaceli.

El cuarto es el Secretario Real. Oficialmente, es un cargo que aparentemente carece de poder, ya que su función es transcribir lo decidido y debatido de modo que quede constancia para el futuro. Sin embargo, pronto se demostró que no es así. Por el contrario, posee enorme poder, ya que tiene todos los derechos que tienen los demás miembros del Concilio y el poder de redactar las actas según mejor le convenga. Tradicionalmente lo ocupaba la Casa Cruilles, pero con su paso al Trono de la Fé se desencajó todo. Así que actualmente lo ocupa Rodrigo de Medinaceli, primo del Rey, a la espera de que la Casa de Jovellanos decida quien desea que ocupe el cargo.

El quinto trono es, a menudo, pasado por alto, porque oficialmente no tiene misión alguna. Se supone que se creó simplemente para contentar a la Casa de Alba con su creación, de modo que tuvieran representante, pero sin una función específica. Sin embargo, con los años desde entonces, los encargados de la Casa Ducal se han encargado de sacarle mucho partido a su trono sin función. Actualmente, lo ocupa Manuel de Alba, primo del Duque.

Todos los miembros del Concilio tienen acceso al Rey en cualquier momento, aún si es el Ministro el encargado de transmitir sus peticiones. Esto les confiere un enorme poder, sumado a su capacidad para votar en las decisiones más importantes sobre las que el Rey no decide directamente. De hecho, ocasionalmente, el propio Rey se reúne con el Concilio para escuchar sus opiniones directamente, aunque no es habitual.

Aunque técnicamente no es miembro del Concilio Real, Emilio de Medinaceli comparece tantas veces ante el Concilio como jefe de espías que casi cuenta como uno de ellos. A menudo, se bromea con que se trata del sexto trono, pero él permanece al margen de todas estas bromas, y desde luego carece de voto.

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