jueves, 23 de septiembre de 2010

Personaje: Emilio de Medinaceli

Emilio de Medinaceli nació en Toledo un 8 de Diciembre de 1246 un día frío y poco claro. Tercer sobrino del Rey Enrique I, siempre supo que jamás heredaría ningún título de importancia, y que su cercanía a la familia real sólo era suficiente como para darle una buena oportunidad si se la trabajaba. Así que por mucho que sus padres intentaron orientarle en dirección militar para ver si llegaba a ser un general decente para el Rey, él siempre se negó y decidió culturizarse.

El resultado fue que caminó por el camino intermedio entre ambos. No tenía suficiente posición y prestigio como para actuar como diplomático, pero no era lo suficientemente bueno para ser espadachín. Al principio se desesperó y comenzó a darse a la mala vida. Se le comenzó a ver con gente de mala reputación, y en lugares que la tenían aún peor. Prostitutas, bandidos, tugurios que no se podrían llamar ni tabernas...

Siguió en esa vida durante varios años, hasta que finalmente le pasó factura. Una noche, estaba en una de tales tabernas cuando, borracho, se enfrentó cara a cara con un matón de poca monta. Los insultos volaron y Emilio contaba con que su apellido le protegería de lo que fuera... pero su rival estaba demasiado borracho. Una daga apareció de su capa, y se enterró en el costado del noble, que se intentó cubrir con la misma de una segunda estocada y en cambio perdió cuatro dedos de la mano. El bribón huyó y, aunque poco después fue colgado, la vida del joven había cambiado para siempre.

Durante un tiempo se dio a la bebida a solas en su casa, pensando que todo estaba arruinado. Que no había futuro. Sin embargo, el Rey cambiaría todo eso cuando una mañana lo sacó de la cama y lo hizo visitarle en el Alcázar. Un hombre había escapado a Toledo con algo muy preciado para Enrique I y los contactos de Emilio podrían servir para encontrarlo. Y bien que lo hicieron.

Desde entonces comenzó a servir como espía para el rey, sobretodo en la ciudad de Toledo. Pero con el ascenso al trono de Enrique II su experiencia y conocimientos ya eran mayores, y comenzó a servir en todo el Reino. Haciendo contactos, obteniendo información, y sirviendo de su inteligencia y su saber hacer para obtener la información que el Rey necesitaba.

Y desde poco antes de la muerte del Rey, ha servido como la cabeza de su servicio de espionaje, los Oculi Domine. Conoce a todo el mundo, sabe todo, y los rumores dicen que es capaz de anticipar cualquier conflicto o problema en todo el Reino; obviamente, los rumores son exagerados, pero no demasiado.

Aspecto: Emilio es un hombre pequeño y sereno, algunos a menudo le confunden la primera vez con un monje por su vestir frugal y su tonsura. Da esa sensación de cura de pueblo tranquilo y sin dudas. Su pelo ya está cano, y sus ojos pálidos e intranquilos quizá no ven tanto como en otros tiempos, pero siguen viendo mucho. Su boca permanece siempre en una tranquila y apacible sonrisa, lejos de la fogosidad de su juventud desperdiciada. Es notorio que siempre lleva guantes, ambos con cinco dedos, pero cuatro de los de la mano izquierda son de madera y van cosidos dentro de los guantes (se avergüenza secretamente de ellos).

Status: 7, como corresponde a un miembro de la Corte real; aunque muchos le tratan como status 8, como si fuera miembro del Concilio Real.

Personalidad: Emilio es un hombre tranquilo y callado, frugal en su vida y sus relaciones. Intenta habitualmente pasar desapercibido y no llamar la atención ni en la Corte ni en ningún otro lugar, pues no le gusta ya ser el centro de atención como en otros tiempos. Cuando habla su voz es callada, casi susurrante, y muy raramente interviene en una conversación si no tiene todas las de ganar de antemano. Nunca se mancha las manos ni con torturas ni nada por el estilo, sino que siempre tiene a sus dos "Guadañas" (como los ha apodado la Corte) cerca para encargarse de todo lo que sea físico (aunque, curiosamente, muy poca gente se da cuenta de su presencia).

Virtud: Discreción.

Vicio: Crueldad.

Política:
Aunque Emilio es leal a los Medinaceli, no lo es a cambio de sus propios intereses. Sin embargo, en este caso, ambas son compatibles: desde que se convirtió en maestro de espías, Emilio ha descubierto que le gusta coleccionar secretos. Los atesora, como si fueran las joyas de los ricos y poderosos, guardándolos celosamente. Aún no sabe qué quiere hacer con ellos, pero quiere más, más oscuros, más desconocidos. Y los quiere ya.

Familia Relevante:
Emilio de Medinaceli nunca ha creado una familia propia.

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