jueves, 29 de julio de 2010

Personaje: Alfredo de Alarcón

El actual Duque de la Casa Alarcón, Alfredo, nació un nublado 17 de octubre de 1239, segundo hijo de su padre Alfredo. Por delante, como adecuado segundo hijo, le esperaba una vida eclesiástica, e incluso fue enviado a vivir en un monasterio cuando tenía cuatro años. Sin embargo, dos años después, mientras el joven crecía entre las paredes monacales, su hermano fue asaltado por bandidos en la carretera; no está claro si alguien pretendía cogerlo como rehén y obtener un buen rescate, o fue un encuentro fortuito, pero fuese como fuese, una desafortunada flecha atravesó el pecho de su hermano, y acabó con su vida.

Obviamente, convertido en el hermano mayor de pronto, y heredero de la Casa, Alfredo hijo fue en seguida retirado de su retiro monacal y de vuelto a la Corte de Burgos para cumplir un nuevo destino en la Corte de Burgos. Como nuevo infante de la Casa, fue enviado a las tierras del Infantazgo, y a la escuela militar en esas tierras. Obviamente, se convirtió en el centro de atención de la escuela como había ocurrido con su hermano anteriormente, pero había aprendido humildad en el monasterio y nunca permitió que eso se le subiese a la cabeza; esto, por supuesto, le hizo un buen aprendiz de los códigos de honor exigidos de un guerrero como era su nuevo destino ser, de un buen general, y de un buen político. Campos, todos, en los que destacó.

Pero de todas sus lecciones en el campo de entrenamiento, la que más le marcó fueron las historias sobre cómo su abuelo había perdido la Corona Alarcón, entregada a manos Medinaceli, y las consecuencias terribles que ello tuvo para la Casa, confirmando su decadencia. Algo que él siempre quiso cambiar y corregir.

A los diecinueve años fue casado con María Jovellanos, manteniendo la antigua tradición de matrimonios cruzados entre ambas Casas que mantienen la paz en sus fronteras, que no ha sido rota en siglos. No fue un matrimonio fruto del amor, pero sí que es cierto que a lo largo de los años, su esposa le ha dado cuatro fuertes hijos, y dos hijas.

A lo largo de esos años, sin embargo, la labor de Alfredo como heredero cambió, cuando en 1251 su padre murió y a él le tocó cumplir con su destino y heredar la Casa. Y ahí fue donde se dio de bruces con la dura realidad. Por mucho que desease devolver el poder a su Casa, y la Corona con él, no había los recursos para hacerlo. Envejecida y cansada, la Casa Alarcón ya no tenía la capacidad de movilizarse, organizarse, y tomar el poder como había hecho; los contactos y viejas alianzas habían cambiado con el alza de la Casa Alba y la creciente debilidad de la Casa Cruilles. Y la Casa Medinaceli ya se había asentado sólidamente en su nuevo trono.

Durante años, dedicó sus esfuerzos y grandes habilidades personales a movilizar a sus Condes, pero estaban demasiado cansados. Intentó organizar a los Marqueses, pero eran demasiado débiles, y sus tierras demasiado quemadas por años de guerras y gobierno antes. Sus hidalgos más guerreros habían partido tiempo atrás al sur y ya eran miembros de la Casa Alba. La Casa ya no tenía la capacidad de tomar o mantener el poder como habían hecho sus antepasados. Su tiempo había pasado.

Alfredo se negó a aceptar esto durante mucho tiempo, y luchó con todas sus fuerzas. Fracasó. Y, al final, ello le ha pasado una seria factura. Ahora, el Duque Alarcón es un hombre mayor, y quemado por la vida. Mira con ánimo a su familia, esperando que sus hijos y nietos tengan el poder y la capacidad para triunfar donde él fracasó, y sigue luchando siempre que puede, aún cuando sabe que sus posibilidades de triunfo son muy bajas.

Aspecto: a sus 54 años, Alfredo sigue siendo un hombre atractivo y cuya presencia se hace notar cuando entra en una sala. Algo más alto que la mayoría de los hombres, su pelo cano sigue siendo fuerte y numeroso sobre su cabeza, y las numerosas arrugas de su rostro sólo parecen reforzar su habitual gesto de firmeza. Sus ojos negros, pequeños y algo hundido bajo unas suaves ojeras, siguen observando el mundo hasta el menor detalle, sin que nada se le escape. Sus hombros están ligeramente caídos, pero siguen siendo anchos y su torso sigue siendo vigoroso gracias al ejercicio y al entrenamiento que se sigue imponiendo a sí mismo. Sobre sus labios siempre hay un largo y cuidado bigote, tan pálido como el pelo sobre su cabeza.

Status: 7, Duque de la Casa Alarcón. En teoría, su status debería ser 8, como miembro del Concilio del Rey, pero es un título que raramente reclama como propio y muchos consideran que ya no posee.

Personalidad: enérgico en su juventud, Alfredo se ha vuelto más cínico y escéptico con los palos que le daba la vida. Honorable y humilde como pocos, es un hombre devoto que considera que este valle de lágrimas... está muy lleno de lágrimas. Sabe que no le queda mucho más tiempo en este mundo, pero espera poder emplearlo para animar a su familia a continuar la labor en la que él fracasó; un fracaso que le pesa todos y cada uno de los días. Hasta el día en que sus hijos sean llamados a su lugar, sin embargo, está más que dispuesto a seguir luchando una batalla perdida, para dejarlos en el lugar lo mejor posible.

Virtud: Decisión.

Vicio: Cinismo.

Política:
Durante años, Alfredo luchó porque su Casa recuperase la posición que le correspondía, y vio como todos los intentos diplomáticos y de negociación fracasaban. Su honor le impide usar la fuerza, de modo que lentamente se ha ido cansando y quemando. Ahora, la mayor parte del tiempo, sólo quiere hacer las cosas bien, y mantener su Casa a salvo de unos enemigos que se multiplican por doquier, ansiosos de sus tierras.

Familia Relevante:
-María Jovellanos: su esposa, de 49 años, hermana del actual Duque Jovellanos. Una devota noble que sabe cuál es su importante lugar en la vida.
-Ernesto: su hijo mayor, de 23 años y ya con un hijo y esposa, es un joven enérgico y capaz que recuerda mucho a su padre.
-Lucas: su segundo hijo, de 21 años, es el ayudante de su tío Guzmán, Cardenal de Barcelona, fiel y devoto.
-Ildefonso de Alarcón: el cardenal de Barcelona es su segundo hermano.
-Eduardo: su tercer hermano, de 48 años, es el jefe de sus ejércitos, y un general de renombre.
Carece de hijos o hijas casaderos, pero sí tiene un nieto que podría ser casado en su momento.

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