domingo, 2 de octubre de 2011

El Sistema de Justicia

El sistema de jurisprudencia del Reino es un pequeño caos de normas escritas, orales, heredadas de tiempos antiguas y de combinación con los Fueros. Por todo ello, las leyes pueden cambiar de un territorio a otro, y ocasionalmente incluso dentro de un mismo terreno en base a derechos específicos entregados a distintas localizaciones. Sin embargo, en principio hay tres tipos de modelos legales.

El primero es el derecho normal, que se extiende por la mayor parte de las tierras del Reino. Se aplica a nobles y siervos por igual, aunque normalmente los primeros salen impunes a menos que hayan ofendido a nobles de un rango superior. El encargado de aplicar las leyes sobre un territorio es el señor feudal de ese territorio, normalmente juzgando personalmente los casos que llegan frente a él. Las penas son muy duras, no siendo raras cosas como cortar la mano por robo, o el ajusticiamiento por crimenes algo mayores.

El segundo es el derecho canónico, que es el que se aplica en los territorios de la Iglesia y a los miembros de la misma allá donde se encuentren. Es un derecho mucho más permisivo, especialmente para los miembros de la Iglesia, con unas penas mucho más bajas y tolerantes, normalmente relacionadas con la confesión, rezo, ayuno y formas similares. El encargado de aplicar esta justicia suele ser el abad, aunque en numerosos monasterios se hace según lo que opina el conjunto de la congregación.

Finalmente, el tercero corresponde a los burgos libres. En ellos, las leyes suelen estar claramente escritas y son llevadas adelante por un Alguacil nombrado por el alcalde. En la mayoría de casos son similares a las del código legal habitual, con su severidad y dureza, pero suelen prestar menos atención al estamento de cada uno. Eso no implica que juzguen a todo noble que comete un delito, ni mucho menos, pero sí son más proclives a hacerlo, especialmente ante una situación favorable a ello.

Al margen de lo que establecen las leyes y el juez en cada uno de los casos, la nobleza en sus asuntos internos a menudo anula ese juicio, y acude a Dios como juez supremo y definitivo. Para ello se convoca lo que se llama un juicio por combate, que normalmente toma la forma de una justa con combate a caballo y luego a pie hasta la muerte o derrota definitiva de uno de los contrincantes, aunque se conocen otras formas si ambas partes están de acuerdo, como la lucha directamente a pie. A menudo, se escogen campeones para este juicio, y se supone que Dios escoge al ganador, de modo que el resultado es inapelable.

El resultado de la combinación de todo esto es un caos y un cenagal legal que ha llevado a numerosos problemas y conflictos entre las distintas partes involucradas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario