lunes, 25 de julio de 2011

El Infierno

Para los habitantes de Hyspania, el Infierno y la Condenación Eterna no son conceptos abstractos y distantes. Por el contrario, al igual que el Cielo, es un lugar muy real, y donde todos deberán pagar por sus pecados pues Dios todo lo sabe.

Además, es un lugar envuelto en el misterio, pues sólo los que estudian la carrera eclesiástica han podido leer las Sagradas Escrituras. Así que todos los habitantes del Reino proyectan en él sus mayores temores, aumentados por las esculturas de las catedrales y las lecturas de los curas.

Por todo ello, las palabras de los párrocos cobran una enorme fuerza en la mente de los habitantes de Hyspania, pues sólo ellos conocen el camino al Infierno y pueden perdonar al menos parte de los pecados. Por supuesto, para los mayores pecados, sólo la peregrinación (normalmente a Santiago) y la participación en las Cruzadas sirven.

Por debajo de ello, la palabra de un confesor es lo más importante, y es un poder que la Iglesia maneja desde hace tiempo. Con ese poder han conseguido que nobles de todas las Casas se comprometiesen en tareas "sagradas" o incluso en tareas mundanas que formaban parte de "la obra de Dios".

Por supuesto, los nobles no son inocentes al respecto, y desde hace mucho conocen los manejos de la Iglesia en política. Sin embargo, cuando llega la palabra "Infierno", todo se complica precisamente por el desconocimiento. Por mucho que los nobles puedan ser conscientes de las implicaciones políticas de un movimiento, no saben si es verdad o no que ignorar las palabras del párroco puede llevarles a la condenación eterna. Es una peligrosa apuesta cuando tu alma está en juego.

Y es un poderoso poder en manos de la Iglesia.

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