jueves, 5 de enero de 2012

Personaje: Arzobispo Rodrigo de Medinaceli

Nacido un 17 de Abril de 1264, siempre fue un hombre rechoncho y con poca voluntad. Sin embargo, segundo hijo del Rey Alfonso X, su falta de voluntad nunca fue un estorbo para que tuviese una buena vida. Se entregaba a placeres humildes y tranquilos, sin molestar a nadie, por los jardines y pasillos del palacio real de Toledo.

A los siete años fue enviado al Monasterio da Nosa Siñora de Vixilia, en la Costa de la Muerte, donde se esperaba que el ambiente monacal sirviese para inculcarle la disciplina necesaria. Lo cual sólo consiguió convertirlo en Dominico, ya que no logró enseñarle disciplina; por el contrario, demostró ser un muchacho indolente y poco trabajador, más interesado en la comida que en la vida del monasterio o la política de la Iglesia. De hecho, se convirtió en un cocinero de cierto renombre con el paso de los años, pero poco más.

Eventualmente, fue enviado a trabajar como ayudante del Obispo de Pontevedra, para ver si así se lograba involucrarlo y enderezarlo. Sin embargo, ni por esas se logró, ya que como ayudante sólo demostró ser moderadamente eficiente, lo mínimo necesario para no recibir grandes reprimendas pero poco más. Las políticas e intrigas lo rodeaban, y él se sentía contento simplemente tomando notas y dejando que otros se encargasen de las decisiones.

Con la muerte del Arzobispo de Santiago, su padre y su hermano Jorge presionaron para que Rodrigo ocupase el cargo en la Catedral más prestigiosa del Reino. Le correspondía la posición por nacimiento, y aún así necesitaron reclamar muchas favores ya que nadie lo consideraba adecuado para el cargo. Rodrigo el primero, que no tenía interés alguno en la posición, el título o la responsabilidad que acarreaban.

Desde entonces, ha residido en Santiago, donde lleva adelante los deberes exigidos para alguien de su posición, pero poco más. Ha ido aprendiendo, renuentemente, algo de la política eclesiástica, pero usa sus conocimientos para poco más que evitarse problemas. Y, a menudo, son sus subalternos los encargados de la tareas más importantes, y el Obispo de Tui especialmente, en cuyas manos recae gran parte de la política eclesiástica en la región.

Aspecto: Rodrigo es un hombre rechoncho, fruto de una vida tranquila y sedentaria. Su cara muestra una barba medianamente cuidada y una tonsura que requeriría algunos arreglos, y siempre muestra alguna mancha de grasa en sus túnicas negras claras. Su vestimenta, sin embargo, no es oscura ya que a menudo se compagina con arreglos y detalles muy coloridos, así como un chal o abrigos blancos en recuerdo de la Orden a la que pertenece. Su nariz se rompió en un accidente hace muchos años, y desde entonces muestra un ángulo torvo. Sus ojos son pequeños, parcialmente ocultos por sus enormes mofletes. Su sonrisa es casi permanente, dándole un aire bonachón y bobalicón que se mezclan sin problemas con su actitud tranquila.

Status: 7, como Arzobispo de Santiago y, por tanto, de las tierras Jovellanos.

Personalidad: Rodrigo es un hombre alegre y jovial, más aficionado a comer y charlar amigablemente que a molestarse por la política. Esto le ha ganado numerosos enemigos, pero también amigos: a los primeros no les presta demasiada atención, a los segundos los trata con sincero aprecio. Es un hombre sencillo, sin trampa ni dobleces, sincero en su buen humor y que busca siempre salidas sin grandes aspavientos a los problemas de la vida.

Virtud: afabilidad.

Defecto: glotonería.

Política:
Rodrigo realmente no tiene ajenda ni intereses propios en la política del Reino o de la Iglesia. Él está contento con que lo dejen tranquilo.

Familia Relevante:
Los rumores señalan la existencia de varios posibles bastardos en los monasterios femeninos de Santiago, aunque nadie lo ha probado de momento.

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