sábado, 7 de agosto de 2010

Lugares: El Sin Nombre

Existe en la soleada ciudad de Córdoba un lugar que no ve luz del sol alguna. Un lugar que sólo se abre una vez al mes. No tiene un nombre, pero lo llaman de muchas formas: el campo de sangre, el bestiario, la lacra. Y, aunque los nombres no coincidan, todos saben de que hablan. Cuando llega la luna llena, un sótano en la ciudad es abierto, y se deja entrar a quien lo desee. Da a una bodega amplia, que una vez surtió a la posada sobre ella, pero que en la actualidad se encuentra desprovista de nada en su interior. Sólo hay un pequeño lugar elevado en ella , y frente a él un amplia area delimitada por barreras de madera: el campo de muertos. Aquí se reúnen los peores elementos de la ciudad para divertirse. Beben del vino que bajan de la taberna del piso superior, apuestas, negocian, y se entretienen. Y el elemento central de ese entretenimiento son las luchas a muerte organizadas entre aquellos con demasiadas deudas, o que ya no les queda otra salida.

Estos combaten en el campo de muertos, bajo la vigilancia desde el pequeño lugar elevado del maestro de ceremonias, el infame Rodrigo de Villanegra. Este, famoso prestamista entre aquellos que no pueden acudir a los prestamistas judíos legales, es una figura conocida del hampa local, que mantiene un pequeño pero fuerte grupo de soldados a su sueldo permanentemente para asegurarse que puede cobrar lo que le es debido... y cuando no se puede cobrar, arrastra a los desafortunados la siguiente luna llena a una muerte entre sí, llevándose una parte de las apuestas por organizar los combates.

No hay reglas en estos enfrentamientos, salvo que sólo uno puede sobrevivir y no se puede abandonar el área demarcada por las barreras. No se provee de armas a los luchadores, que pueden usar cualquier cosa que hayan traído consigo mismos cuando han sido arrastrados aquí, ni se admiten armaduras o escudos; en ocasiones es sabido que algunos han alquilado algún arma si aún les quedaban algunas monedas, o habían ganado algo apostando por sí mismos. Luchan un combate tras otro, hasta que mueren o (raramente) han vencido tantas veces que son capaces de cubrir sus deudas con sus propias apuestas, pudiendo abandonar entonces la zona. Luchan tantas veces que hacia el final de la noche, la zona de combate está tan cubierta de sangre y vísceras que se vuelve resbaladiza y engañosa. Y cuando la noche es terminada, el lugar cierra durante otra luna entera, mientras los cadáveres son abandonados para ser devorados por los cuervos a las afueras de la ciudad.

Muchos se preguntan cómo, conociendo de su existencia, la Casa Alba permite la existencia de esa mácula en su Ciudad Ducal. Cómo pueden aceptar que tan deshonorable evento pueda tener lugar sin ser purgado. O cómo pueden permitir que Villanegra siga vivo. Las respuestas a estas preguntas nunca llegan, y mientras el lugar continúa operando, como lleva haciendo muchos años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario