sábado, 27 de agosto de 2011

Magia y Superstición

Como sabéis, mi Señor Rey, soy un hombre de ciencia, y desconfío notablemente de supersticiones y conjuros. Sólo Dios Nuestro Señor puede obrar tales milagros. Y, tras mi estancia en Hyspania, mi fe se mantiene, ya que nada sobrenatural he observado que ocurra en ningún momento. Sin embargo, que no haya magia real no implica que la gente no crea en ella. Por el contrario, los habitantes de Hyspania son personas supersticiosas que creen en los hechizos, las pociones, las brujas y los hombres lobo que habitan los bosques.

La magia ocupa un lugar importante en la percepción de la gente del mundo, vinculada de una manera pagana y a menudo herética con la fé y los milagros, y entroncando con las antiguas tradiciones heredadas de siglos pasados y otras tierras. Así, es posible encontrar magos, alquimistas, astrólogos y adivinos en algunas de las cortes de los nobles con más inclinación por ello, o que quieren tener sus beneficios.

Esto se debe a que practicar la magia no está prohibida en Hyspania, aunque la Iglesia la desaprueba profundamente y trata de mantener muy vigilados a sus practicantes. La excepción a esto es la magia negra, que proviene del Demonio, y que se considera herejía y, por tanto, se condena con severidad; en la misma medida, la brujería de origen celta suele sufrir el mismo destino, condenada por paganismo.

Junto a la magia, en toda Hyspania existen numerosas supersticiones de todo tipo. Algunas se extienden sólo por territorios concretos (como el temor de los Musoles a embarcar un martes), mientras que otras se extienden por todo el Reino (como el hecho de que el 13 es número de mala suerte). A grandes rasgos, las supersticiones se pueden dividir en dos grandes grupos:

Por un lado, están las que evitan que se hagan ciertas cosas, como pisar las cruces en el suelo. Por otro lado, están las que obligan a hacer ciertas cosas en ciertos momentos, como santificarse cada vez que alguien menciona el nombre de Dios.

Todo este conjunto de supersticiones no se consideran magia como tal, aunque a menudo ambas cosas se cruzan. Por ejemplo, los Jovellanos suelen llevar sal en el bolsillo por si se cruzan con la Santa Compaña. Por ello, el límite entre ambas es a menudo difuso, y puede llevar a conflictos y malentendidos en numerosas ocasiones, especialmente con los que no son del territorio.

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