miércoles, 8 de febrero de 2017

En sueños

Durante sus clases sobre el funcionamiento del comercio en las tierras Cruilles, Dionisio toma nota ávidamente de todos preceptos de su experto mentor, Andrés. Es un hombre mayor, entre cuyas arrugas de la frente quedan almacenados sabiduría y conocimientos de las ciencias económicas sin comparación alguna. A veces, sin embargo, la mente del joven Vallehermoso vuela hacia tierras lejanas: su pensamiento se pierde en imágenes vívidas de su casa, en un condado Alba.

Mucho ha pasado desde que Dionisio podía jugar en los jardines del castillo con otros aspirantes a caballeros, soñando con convertirse en un héroe legendario y casarse con la hija de un Marqués, de un Conde, o incluso del mismo Duque; algunos de sus sueños se han desteñido en las aguas del tiempo que fluye sin parar, otros se han transformado en algo diferente, que nunca imaginaría el Dionisio de hacía 10 años. Entrenarse con la espada no ha dejado de estimular su espíritu intrépido, pero nuevas pasiones y nuevos impulsos atraen la atención del joven Vallehermoso; la excitación de las intrigas de corte, las miradas fugaces de las damas y las batallas de agudeza que recién ha experimentado en Borgoña no paran de ocupar su mente y plasmar su pensamiento.

Y si es verdad que seguía extrañando su tierra de origen y que sus sentimientos hacia los malditos usurpadores Osorios no paraban de atormentar su sueño, por otro lado, el nuevo comienzo bajo la autoridad de su Señora Llum de Casteldragó parece haber aliviado sus penas, acrecentando sus ganas de descubrir su nueva Casa y la gente que la habita.

Nunca, en tierras Alba, había tenido la ocasión de ver con sus ojos maravillas como las que encontró en Zaragoza, ni de saborear vinos como los que compartió durante la estancia en la Casa Bordell.

El viaje con su Señora por las cortes de los marquesados vecinos le ha hecho darse cuenta de que él también quiere contribuir a la prosperidad de su Casa y luchar al lado de sus amigos y señores de Casteldragó y Vallehermoso, pero esta vez no solamente con la espada, que ya lo había traicionado en la frontera con los Osorios. No, esta vez Dionisio de Vallehermoso quiere aprender a utilizar otras armas tan afiladas como los sables moros y tan sutiles como el florete del duelista: la palabra del cortesano astuto y los conocimientos del sabio comerciante.
Sin embargo, siempre hay que despertarse y dejar de soñar, y Dionisio no es excepción. Los regaños de Andrés no tardan en hacerle volver a la realidad: a sus clases de económicas en tierras Borgoña. No obstante, en un pequeño rincón de su mirada, el observador atento podría notar que el fuego soñador del joven caballero no dejaría de arder, nunca.

2 comentarios:

  1. Este relato fue enviado por Alesandro Venti.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Este relato, cronológicamente, tiene lugar el 10 de noviembre de 1293.

      Eliminar