miércoles, 24 de octubre de 2012

Introducción

A su Graciosa Majestad,

Finalmente, hago llegar a sus manos estos manuscritos, fruto del trabajo que me encomendó hace ya seis largos años. En aquel momento, yo abandoné vuestra graciosa Corte para partir a un Reino que desconocía en gran medida, Hyspania, sin saber qué me iba a encontrar al llegar a aquellas tierras del sur.

El recibimiento no fue de lo más... agradable ni apacible, Majestad. Vos me mandasteis para que os actualizase sobre la situación en el Reino, mi Señor, y los hechos que vos veíais llegar creaban un ambiente de tensión más que notable en la Corte Real y allá donde yo fuese. Me honraron como vuestro embajador, desde luego, pero el ambiente era severo. Se notaba que algo se preparaba tras la prematura muerte de la prometida del joven Rey. La pobre encontró su fin durante el invierno previo a mi llegada, aquejada de fiebres que fueron imposibles de sanar.

Ya se notaba entonces que el Reino se aguantaba en un frágil equilibrio. Es una tierra antigua, Majestad, y sus habitantes son orgullosos y altivos. Rasgos nobles, pero que traen su peligro. Y este peligro se cernía sobre el Reino como una sombra percibida en sueños: nadie es claramente consciente de ella pero, al despertar, todos retienen esa sensación de incertidumbre. Es una tierra de honor, de sangre y de guerra, y todos notaban la sensación de que esos principios se les venían encima con una tremenda virulencia.

Esto que tenéis en vuestras manos, Majestad, es mi esfuerzo por entenderles, como vos solicitasteis. Esfuerzos inmersos en los hechos que, como deparó el destino, quiso que yo presenciase. La violencia, las guerras, las traiciones y las intrigas. Era un tiempo peligroso, mi Señor, pero desde luego he de reconocer que también excitante. Torneos, damas y caballeros, y todo por decidirse sobre el filo de una espada o de una palabra mal dicha.

Espero que mis esfuerzos sirvan para que vos podáis entender ahora el Reino con el que compartimos frontera, como hago yo.

Siempre leal a vos

Pierre de Saint Exupery, Conde de Lyon, Embajador en Hyspania

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